viernes, 10 de marzo de 2017

Navarra a sus Muertos en la Cruzada (4)


La inhumación de la escolta de voluntarios

Desde principios del año 1954 se vino trabajando en la selección de los voluntarios navarros que, como guardia de honor, escoltarían los restos de los generales Sanjurjo y Mola. Se habían revisado centenares de fichas, habiendo llegado a una preselección de 36 voluntarios muertos en acciones de guerra, cuyo listado era el siguiente:



Según las notas que acompañan a algunos de los nombres los asteriscos significan lo siguiente:

Joaquín Muruzábal Muruzábal, voluntario requeté de 27 años, soltero, fue muerto en los primeros ataques en Leiza, donde fue sepultado el 23 de julio de 1936. En la Historia de la Cruzada figura como el primer voluntario muerto en campaña en la casa de los miqueletes de Urto (límite entre las provincias de Guipúzcoa y Navarra.

★★ Valentín Erro Larumbe, voluntario falangista, incorporado el 19 de julio de 1936, murió en un accidente automovilístico el 30 de marzo de 1939.

★★★ Agustín Boloque Esparza, voluntario requeté alistado el 22 de julio de 1936 fue muerto el penúltimo día de la Cruzada, por lo que puede ser el muerto en campaña que más tiempo permaneció en ella.

Los reseñados en el listado con negrita fueron los voluntarios definitivamente elegidos, cuyos restos fueron trasladados a los sepulcros del Monumento:

Pedro Martínez Chasco, salió a la guerra como capellán de un Tercio de requetés. Avanzada la contienda, al estructurarse la organización de capellanes castrenses, pasó al Bón. de Cazadores de Melilla nº 3. Era natural de Oteiza de la Solana y murió en el frente el 24 de febrero de 1939, cuando tenía 30 años. Su epitafio decía: «Iba armado con la Cruz».

Joaquín Sota Garayoa, alias “Sotica”, hijo de Victoriano y de Gumersinda, voluntario requeté alistado cuando no había cumplido los 14 años, muerto en Valfagona de Balaguer el 21 de junio de 1938. Su epitafio reza: «Murió cuando empezaba a vivir»

Severiano Arregui Olalquiaga, natural de Puente la Reina, comerciante, casado, con dos hijas. Se presentó voluntario en el Requeté de Navarra, no siendo aceptado por su edad. Entonces se trasladó, no sin dificultades, a Sevilla, en cuyo Requeté ingresó el 24 de noviembre de 1936. Ascendido a cabo, sirvió como instructor de los recién incorporados. Murió el 28 de diciembre de 1936, en el frente de Lopera, en Jaén, a los 62 años. En su epitafio se lee: «Venció a la edad con su espíritu»

Joaquín y Dimas Aznar Zozaya, hermanos, hijos de familia carlista, de Javier, ambos labradores. Joaquín tenía 22 años y se alistó en el Requeté. Ascendió a Alférez por méritos de guerra. Murió en el frente de Levante el 2 de junio de 1938. Dimas tenía 21 años y lo enrolaron en la Falange[1]. Ascendió a Sargento por méritos de guerra y murió en el frente de Alfambra el 14 de mayo de 1938. En el frente estuvieron tres hermanos. En su epitafio: «Hermanos en vida y en muerte»
Noticia del enterramiento de los Aznar

Jaime Munárriz Escondrillas, joven requeté cascantino, estudiante de Arquitectura, de 21 años de edad. Hubo de intervenir en su misma localidad en la lucha que se suscitó el mismo 19 de julio del 1936, defendiendo la Casa Consistorial. «Días antes del Alzamiento se estableció en Cascante una guardia permanente de requetés y elementos afines en los locales de la Casa Ayuntamiento, Juventud Católica y Círculo Católico. En la noche del 18 al 19 de julio, elementos pertenecientes a la Unión General de Trabajadores (U.G.T.), intentaron varios asaltos a la Casa Ayuntamiento, entablándose entre los asaltantes y los defensores un nutrido tiroteo de pistola, de los que resultaron heridos, en las puertas del Ayuntamiento dos elementos de la U.G.T. y otro muerto en las escaleras de la Casa; entre los defensores resultó gravemente herido Jaime Munárriz Escondrillas, quien trasladado a Pamplona falleció en el Hospital el día [21] del mismo mes. El día 19 salieron de Cascante los Voluntarios para los frentes, alcanzándose en la primera semana el número de seiscientos.»[2] En su tumba se lee como epitafio: «Fue el primero en dar su vida».


Los epitafios de las tumbas de los voluntarios fueron redactadas por mi padre, quien recuerdo al lector siendo el Diputado foral más joven y residente en Pamplona, estaba encargado del seguimiento de las obras.




[1] Véase la nota 6 del capítulo 1.
[2] AZM/FZA/JAZA-MC-1954-00-00-Tumbas voluntarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.