viernes, 31 de marzo de 2017

Navarra a sus Muertos en la Cruzada (14)


El obispo se desdice

Para entonces a la chita callando el Arzobispo ya se había desdicho. Cuatro días después de haber presentado sus alegaciones a la Resolución de la Alcaldía, esto es el 7 de noviembre, tanto ésta como aquél suscribieron un «Acuerdo del Ayuntamiento de Pamplona y del Arzobispado de Pamplona y Tudela en relación la Resolución de Alcaldía de 1 de septiembre de 2016 por la que se incoó expediente para la clausura del cementerio situado en el Monumento a los Caídos».  Acuerdo en el que, tras reconocerse mutua capacidad de obrar, establecían las 5 condiciones «que tendrán que respetarse para ejecutar la Resolución de la Alcaldía que apruebe definitivamente el expediente incoado […]» y «considerando que dichas exhumaciones deben realizarse en el marco adecuado, es decir con absoluto respeto tanto a los restos de las personas que se encuentran enterrados como a sus familias».  Y finalizaba el acuerdo:

«La contraprestación por parte del Arzobispado a dichas garantías es el aquietamiento a la resolución del Ayuntamiento que ponga fin a las alegaciones, y en consecuencia no será recurrida la misma ante el Juzgado Contencioso Administrativo.»[1]

Es decir, la única obligación que se derivaba de dicho acuerdo era el “aquietamiento” del Arzobispado, es decir, la renuncia a la defensa de los derechos que se le estaban conculcando. Esta opción blanda y derrotista tuvo consecuencias en la curia diocesana y entre la feligresía.

Diario de Navarra publicó el jueves día 13: «El arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, ha asegurado que él no se opone a la exhumación de los restos de los generales Mola y Sanjurjo y de otras seis personas de la cripta del Monumento a los Caídos y ha señalado que "son las familias las que tienen la autoridad".[…]

»Así, ha remarcado que el Arzobispado "no prohíbe actuar, sino que deja que sean las familias quienes decidan". En este sentido, ha señalado que "para ello se requiere un permiso civil, en este caso del Ayuntamiento, y un permiso eclesiástico, que es la Iglesia que tiene esa cripta que está consagrada". Por tanto, ha agregado, "tiene que haber ese doble permiso".

»Asimismo, Francisco Pérez ha querido dejar claro que desde los años 80 la Iglesia ha trabajado por "todos los que están en las cunetas y todas las personas que están sin duda en una situación indigna" para llevarles a un cementerio, "a un lugar digno, tal y como quieren las familias".

»"Y yo apuesto por eso, no me opongo, al revés, si las familias nos piden un funeral lo celebramos y los sacerdotes de Navarra dignamente lo han hecho desde los años 80, cuando ha venido todo esto, después ha venido la ley de Memoria Histórica, y me parece justo que se haga", ha aseverado.

»Ha señalado, además, que "todo lo que es aquello que pueda dignificar a las familias, sean de una situación o sea de otra, el Arzobispado está por ello". "Es más, en mi corazón está todos los días rezar por todos. Todos los navarros están en mi corazón", ha resaltado Francisco Pérez, para señalar que "si alguna vez no lo he hecho bien" él pide perdón. "Que quede claro que no me opongo absolutamente. Yo quiero hacer lo mejor y, sin duda, por el bien de Navarra", ha subrayado».[2]


Ni cripta ni capilla

Y añadía el citado Diario: «Preguntado por la petición de comunidades de base de Navarra para que el Arzobispado retire las alegaciones y renuncie al usufructo de la cripta, Pérez ha indicado que "todo eso lo tenemos que ir viendo", ya que "ni mucho menos es una cuestión cerrada". "Todas estas cosas requieren hablar y comentar", ha argumentado. Ha afirmado, además, que ya se verá qué pasa después de que se exhumen los restos, teniendo en cuenta que "lo más seguro" que la cripta "ya dejará de ser una capilla". "Pero son cuestiones que hay que hablar y hay que ver tranquilamente", ha concluido».

Es decir, el prelado, a quien la feligresía le echaba en cara su escasa presencia de ánimo para haber sido un clérigo de origen castrense, se armaba un lío tratando de explicar públicamente sin hacerlo su no-protagonismo en las exhumaciones, la falsa incompetencia eclesiástica en la cripta, el probable fin del usufructo vitalicio, bien por renuncia al mismo o porque la piqueta iba a echar abajo la Basílica, que la Iglesia ofrece sufragios por tirios y troyanos, etc. Nada de esto ha pasado inadvertido a los fieles católicos.


Filántropos para la ocasión

Hasta el “Ateneo Basilio Lacort” (famoso masón pamplonés del XIX) salió al paso de Francisco Pérez: «El obispo, excapellán castrense, tiene que saberlo mejor que nadie: Mola y Sanjurjo fueron golpistas. El segundo reincidente y el primero, un individuo que solo podrá figurar en una guía oficial de genocidas impenitentes. Ambos se rebelaron contra un Gobierno democrático elegido por sufragio universal y por voluntad popular. Esto no significa que el único responsable, grande y libre del genocidio perpetrado en Navarra fuese Mola Vidal. Fue el vértice de una pirámide formada por carlistas y falangistas, pero, también, aupado por las oligarquías socioeconómicas de la provincia. […]».[3]

El día 14, viernes, tuvo lugar la desmedrada “concentración” y se fue conociendo el apoyo del Ayuntamiento de Pamplona, del Gobierno y del Parlamento de Navarra a la programada manifestación.




[1] AMZ/FZ/JAZC-MC-2016-7-IX-Convenio Alcalde-Arzobispo.
[2] Cfr. http://www.noticiasdenavarra.com/2016/10/13/sociedad/
navarra/el-arzobispo-de-pamplona-las-familias-de-mola-y-sanjurjo-deben-decidir-sobre-las-exhumaciones Consultado el 14 de octubre de 2016.
[3] Cfr. noticiasdenavarra.com/2016/10/13/opinion/
tribunas/el-obispo-y-la-violencia-simbolica

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