viernes, 31 de marzo de 2017

"El Fuerista. Órgano antiborreguil" (3)

Represión de los carlistas

Sigue Pepe Romero su narración: «[…] La  aparición del  Cuarto Número de "El  Fuerista" provocó en Navarra una gran represión del Carlismo de  dicha región, siendo detenido José Jaurrieta, su hermano Ignacio, Juan de Diego Arteche, Paquito Sáez, Ignacio Astrain y otros jóvenes Carlistas de la capital, pero ninguno de ellos dio a conocer el lugar donde se confeccionaba "El Fuerista", ya que solamente se  establecía la  conexión entre José  Jaurrieta y el cronista  a través de Enrique Roca en Liria, y otros domicilios en Pamplona distintos al del remitente José Jaurrieta.

»[…] A últimos  del mes  de Julio, se recibió otro texto para la confección del Número Cinco de "El Fuerista", en unión de una fotografía que representaba la Diputación de la Gamazada, con el ruego de que se insertara dicha fotografía  en el mencionado  número  cinco. El  grabado de la fotografía que se confeccionó en un taller de fotograbado existente en la esquina de la calle de San Vicente-San Fernando, de Valencia, y todo ello fue confeccionado en la imprenta  de la Venta  del Emperador y a la forma [sic] de llevarlo a Pamplona consistió en cargar dos bultos conteniendo los cinco  mil ejemplares del  número cinco de "El Fuerista" en unión del equipaje de los  Carlistas que desde Valencia fuimos a Navarra para asistir al acto de Begoña en Bilbao el día 15 de Agosto de 1954. Al llegar a Tafalla (Navarra), el autocar que conducía la expedición  Carlista de valencianos paró en dicha población para tomar algunos refrescos. En el interior del bar se encontraban José Jaurrieta Baleztena, Juan de Diego Arteche, Paquito Sáez e Ignacio Astrain, los cuales en el interior de los servicios del mismo saludó al cronista, mientras Pepe Puchol sacaba del lugar donde se encontraban los equipajes en el autocar los dos paquetes que contenían el Número 5 de "El Fuerista", pasándolo a la parte posterior  del autobús, donde con disimulo se colocaron en el maletero de un coche marca Citroën que se encontraba allí aparcado. Mientras, los ocupantes del autobús, que no sabían nada, merendaban  en el bar y el turismo se dirigió  a Pamplona llevando consigo "El Fuerista". En el autobús se quedó -si mal no recuerdo- Ignacio Astrain y al llegar a Pamplona nos indicó que la expedición tenía reservada la estancia en el Hostal de la Barranquesa, y que dicha estancia y la  cena corría a cargo  de la Junta  Regional  Carlista de Navarra, como agradecimiento a la colaboración del Carlismo Valenciano. […]»

El número 5 del Fuerista causó estupor en la Diputación Foral y muy especialmente a su Vicepresidente, pues la fotografía de la portada era del cuadro que se hallaba precisamente en su despacho. La foto la obtuvieron entre mi padre y “Coté” Jaurrieta confabulados con Aizcorbe, el conserje del edificio, que les franqueó la entrada. Hecho esto, mi padre y “Coté” subieron a escape al despacho del Vicepresidente, donde subido a un sillón “Coté”, que era cojo, sujeto por mi padre, sacó malamente la foto con una cámara de fuelle. De ahí que aquélla no saliera rectangular.
Diputados Forales de Navarra en 1893:
Conservadores: Marqués de Vadillo, D. Javier Los Arcos y D. Cecilio Gurrea. 
Carlistas: D. Desáreo Sanz y Escartín y D. Juan Vazquez de Mella. 
Integrista: D. Arturo Campión. 
Liberal: D. Martín Enrique Guelbenzu.
(Fuente: Gran Enciclopedia de Navarra)
Volviendo al ambiente en Navarra y más concretamente al de Pamplona, es preciso decir que la Diputación rompió abiertamente con el Gobernador Civil y el 7 de septiembre publicó en la prensa una nota según la cual anunciaba que, conforme a lo acordado en la sesión del día 3 anterior, en la tarde acudiría en Cuerpo de Comunidad, bajo mazas, a la catedral para rendir homenaje de piedad y devoción ante la imagen de Santa María la Real en el Año Mariano Primer Centenario de la definición dogmática de su Inmaculada Concepción. La llegada de la corporación fue entusiástica al grito de ¡Fueros! ¡Fueros! y a la salida del acto la multitud le obligó a volver a pié a la Diputación entre vítores y aclamaciones. El Vicepresidente Gortari lo hizo en automóvil, mientras que Amadeo Marco encabezó la manifestación ciudadana.

Al día siguiente, jueves 8, la Corporación Municipal de Pamplona hizo en la catedral la ofrenda a Santa María con motivo de la conmemoración del Privilegio de la Unión. Al grito de «¡traidores!» fueron abucheados los concejales “gubernamentales” que no se habían adherido a la postura de la Diputación de defensa de los Fueros.

Ese mismo día fueron detenidos por la policía, entre otros, mi padre y Francisco Díaz de Cerio. En casa solo estaba mi abuela Teresa Alegre Navascués, a quien telefonearon desde la Comisaría para advertirle de la detención y decirle: «—Señora, si quiere puede mandarle un colchón», como ella hizo. Tan misérrimos eran los calabozos gubernativos. La comida se la llevaban, creo, del hostal “La Barranquesa”.

Cuenta mi padre que al entrar en los calabozos del
Sede del Gobierno Civil de Navarra en Pamplona
Gobierno Civil , desde la oscuridad, oyó una voz con carraspeo característico que le interpeló:
«—Ya has tardado en venir, eh José-Ángel». Era Francisco Díaz de Cerio, a quien habían detenido horas antes. Entre los carlistas detenidos había un conocido borrachín de Pamplona, por lo que no hablaban mucho pensando que pudiera ser un topo. Habían destacado al efecto una brigadilla especial de la policía enviada desde Madrid. Interrogaba un malcarado de frente y otro se situaba justo y continuamente detrás del interrogado para causarle incertidumbre acerca de los golpes que pudiera recibir. Las preguntas eran tontas y el comentario del interrogador era: «—¡Claro, como usted es abogado, sabe qué responder!». Mi padre le apostillaba diciendo: «—Es que no tengo nada que decir a cuanto me preguntan». Al atardecer, rezaban del Santo Rosario en voz puesta en los calabozos. Hubo un detenido que preguntó a los policías armados: «—¿Oye, ha dado vuelta la tortilla, o qué?». Mientras tanto, Aldaz y otros carlistas, subidos al remolque de un tractor, daban vueltas alrededor del Gobierno Civil vociferando «¡Vivan los Fueros! ¡Viva el Rey!». Acabaron también en los calabozos.

Por cumplir con el precepto dominical y crear más problemas a los policías, el sábado planteó mi padre: «—Mañana es domingo y hemos de ir a misa». «—¿Pero no harán ustedes alguna tontería?», respondieron los policías pensando que no podrían llevarlos esposados, so pena de escándalo en la ciudad. Acabaron oyendo misa de cazadores, esposados en el coro de la contigua iglesia de San Antonio (a unos 100 metros), a donde les llevaron en camioneta. Aún les vio algún madrugador, a quien le faltó el tiempo para contarlo.

Cumplido el plazo legal de la detención policial, fueron ingresados en la cárcel y puestos a disposición judicial. En el caso de Francisco y de mi padre el ingreso debió tener lugar el domingo tras de la misa o, a lo sumo, en la mañana del lunes. El juez decretó su puesta en libertad pero, siendo ya mediodía, mi padre volvió al comedor para terminarse el plato de garbanzos, «que estaba muy rico». José María “Baroga”, que también estuvo encarcelado, cuenta los sucesos con pelos y señales.[1]

    Las sanciones que recayeron sobre los jóvenes requetés fueron las siguientes:


    A Valero lo cesaron como Gobernador Civil de Navarra precisamente en septiembre de 1954. No fue por castigo, sino por ascenso, siendo nombrado Director General del Instituto Nacional de la Vivienda el 7 de octubre de 1954, y sustituido el 15 de octubre de 1954 por Carlos Arias Navarro, que pasó por Navarra sin pena ni gloria a pesar de su mote “Carnicerito de Málaga”. El cese de Valero fue celebrado por las gentes de toda condición. Así, en la sección de música dedicada de Radio Requeté de Navarra, los radioyentes se dedicaron unos a otros, muy repetidamente la rola “Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla…”[2]





[1] Cfr. op. cit. También en SANTA CRUZ, op. cit., pp. 138 y ss. Lo cierto es que las sospechas, registros, diligencias y la detención de mi padre conformaron un expediente policial de carácter administrativo que no se canceló de oficio en su día, de acuerdo con la ley. Estos antecedentes policiales le costaron a mi hermano Francisco Javier no hacer las Milicias Universitarias, como le hubiera correspondido, para servir a la Patria y, en cambio, tuvo que sentar plaza en 1974 en el Tercio de Regulares 2, en Melilla, mientras Marruecos hacía su “Marcha Verde” sobre el Sahara español, en noviembre de 1975. No lo pasó muy bien tras de las alambradas.
[2] Para la canción Vd. http://www.youtube.com/watch?v=vFB04dO8tzM

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.