Una
disputa clerical
¿A qué venía tanta insistencia y
machaconería del P. Barbarin cerca de mi padre? Pues al hecho de que, siendo el
Diputado Foral más joven de la Corporación y, además, residente en Pamplona,
quedó inmediatamente encargado del seguimiento de las obras y acondicionamiento
del Monumento. Además se daban las circunstancias añadidas de que era
excombatiente, como otros cuatro de sus compañeros y, más aún, carlista activo.
Una
seria disputa —por otro lado esperada— se originó entre
el clero secular y el regular a cuenta de a quién debería entregarse
definitivamente el Monumento para su custodia y culto. Al parecer, en la Circular de Clero diocesano se había
informado sobre las conversaciones del obispado con la Diputación y la
inclinación de ésta por ceder el Monumento a una orden religiosa, lo cual
encendió los ánimos del clero diocesano y alguien puso en circulación unos
folios pidiendo firmas para que se cediera a éste
Fechada
el 6 de enero «en un lugar de
Navarra», matasellada el día 7 en Miranda
de Ebro (Burgos) y dirigida al «Sr.
Secretario de la DIPUTACION DE NAVARRA. PAMPLONA»
se recibió en ésa una cuartilla anónima, escrita por quien se decía sacerdote
diocesano, informando que desde el Obispado se había dirigido un escrito a los
sacerdotes de la Diócesis para que lo firmaran, pidiendo que el Monumento fuera
entregado «al
Clero navarro y no a una comunidad religiosa. Se nos asegura con datos que,
aunque no figura el Sr. Obispo y los del Palacio, sin embargo, es cosa oficial
y que viene desde el mismo Palacio Episcopal y ante esto firmamos todos por
compromiso y compañerismo. Mas yo no quiero hacer grave perjuicio a un tercero
y me pregunto: ¿Qué se pretende con nuestras firmas? ¿Desautorizar a la
Diputación? ¿Torpedear una decisión suya? ¿O acaso hay de por medio alguna
maniobra de los contrarios a los fines del Monumento? No lo sé. Ni sé tampoco
la causa de caridad que esto pueda inspirar. Lo que sí sé claramente es que una
Comunidad Religiosa es mucho más a propósito para un santuario así […]» y explica a continuación sus
razones a favor de los frailes y criticando la «maniobra de algunos curas para
quedarse tranquilos en Pamplona con un buen sueldo y buena vida. No se hizo
para esto la guerra ni se ha hecho tampoco el Monumento».
El día
12, los párrocos de San Saturnino (Juan Albizu), de San Nicolás (Justiniano
Arratíbel), de San Juan Bautista (Juan Martín), de El Salvador (Eusebio Balduz)
y de San Francisco Javier (José Manuel Pascual), todos de Pamplona, se
dirigieros «a
la Autoridad competente» para manifestarle cuanto sigue:
«Los abajo firmantes, conocedores
de un escrito que unos dignísimos y muy queridos compañeros han dirigido al
Clero Navarro Diocesano, en orden a la persona moral a la que habrá de ser
encomendada la custodia y el culto del Monumento a los Muertos de la Cruzada
Nacional, no conformes con el planteamiento de la cuestión —que a nosotros no
nos compete—
ni con la forma en que ha sido planteada —de imposición de masas, aún siendo
sacerdotes, cosas desusadas en la Iglesia— han creído deber suyo, como
sacerdotes y como navarros, aunque sin ánimo alguno de polémica, acercarse a
V.S.I para manifestarle su disconformidad, adhiriéndose, en cambio,
incondicionalmente y sin reservas, a lo que hayan hecho o piensen hacer en este
asunto y de común acuerdo, el Excmo. Sr. Obispo y la Excma. Diputación Foral, queriendo,
al mismo tiempo, evitar toce en la armonía que siempre ha reinado entre el
Clero Secular y el Regular de la Diócesis, y felicitando con toda efusión,
tanto al Excmo. Sr. Obispo como a la Excma. Diputación, por los pasos dados en
orden a la construcción de una nueva y digna parroquia dedicada, desde la
primera piedra hasta la última, al Gran S. Francisco Javier, y rogándoles
encarecidamente que perseveren las gestiones ya felizmente iniciadas y, según
informes bastante adelantadas.»
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AZM/FZ/JAZA-1950-12-I-Escrito curas.pdf |
Así las
cosas, 18 de enero de 1950 el P. Barbarin dirigió una carta abierta al clero
navarro[1]
en la que abundaba sobre cuanto venimos exponiendo y argüía la ventaja que
ofrecía su comunidad sobre el clero diocesano, amén de sus mejores derechos a
recibir el Monumento como esplendoroso depósito sagrado. Para finalizar su
largo escrito, todo lo por él dicho lo sometía al «recto e imparcial juicio de
sacerdotes como V. bien seguro de que, por lo menos, habrá de merecerle, no ya
un veredicto de culpabilidad, pero
ni siquiera de petulancia injustificada»
Esta
carta fue seguida el día 25 por una contestación de J.M. Rázquin, cura de San
Juan de Estella [2], en la que primeramente
hacía protesta de su obligación, la de todos, de obedecer cuanto dispusiera el
Sr. Obispo al respecto. Seguía luego desmontando una a una todas las
afirmaciones del P. Barbarin hasta llegar a la conclusión de que la cesión
pretendida por éste era excesiva y un prejuicio patente hacia el clero secular
navarro.
El 1 de
febrero del mismo año, el inagotable P. Barbarin, dirigió un nuevo escrito, muy
pormenorizado[3], al Vicepresidente de la
Diputación Foral en relación con los folios que se estaban pasando entre el
clero diocesano para recoger firmas a favor de la cesión a la que antes me he
referido, «contra
lo que esa Excelentísima Diputación venía realizando en contacto directo con el
Excelentísimo Sr. Obispo. Lo que se pretende, por lo visto es arrojar en la
balanza en bloque de firmas que la inclinen a resoluciones completamente
distintas, nuevas y grandemente onerosas para el erario provincial», cuando no existía unanimidad
entre los firmantes ni éstos eran personas sobresalientes.

[1] Véase nota 1.
[2] RAZQUIN, J.M., Mi respuesta a la Carta Abierta del P.
Barbarin sobre el Monumento de la Cruzada. Gráficas Zunzarren, Estella. 4
páginas. (AZM/FZA/JAZA-MC-0000-00-00-Disputa custodio clero.)
[3] Son cuatro holandesas
mecanografiadas a un espacio y con un cuerpo de letra pequeño.
(AZM/FZA/JAZA-MC-Disputa custodia clero).
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