Devolución del Monumento a la Diputación Foral 1951
El 20
de marzo del año siguiente, 1951, los Diputados forales que habían sido
comisionados al efecto por la Corporación —el propio Vicepresidente José María
Arellano, Amadeo Marco y mi padre, José-Ángel Zubiaur Alegre— se entrevistaron
con el Obispo de la Diócesis «en
orden a la cuestión del Monumento de Navarra a los Muertos en la Cruzada
Nacional». Según informaron a su mandante
en la sesión del viernes 24 siguiente, dicha conversación «cristalizó en los
puntos concretos siguientes:
»1º.- Con Parroquia o sin
Parroquia [de
San Francisco Javier], él nos entrega el
Monumento.
2º.- Una vez en
nuestro poder el Monumento, podemos dedicarlo a Mausoleo o a Templo.
3º.- Si lo
dedicamos a Templo queda vinculada la propiedad del Monumento a la Iglesia en
virtud del Código Canónico.
4º.- Si lo
dedicamos a Mausoleo, podemos tener un servicio religioso en determinadas
fechas que se señalaría, pero en forma alguna servicio religioso permanente,
porque este concepto es inseparable de la consideración de Templo, ni
Sacramento.
5º.- Para este Servicio
en determinadas fecha [sic], la Diputación designará el Capellán por
primera vez por concesión del Prelado.
6º.- Para ulteriores
designaciones de Capellán, la Iglesia niega el derecho de Patronato y el de
presentación, pero, desde luego está dispuesto a complacernos respecto a la
designación del Sacerdote que deseemos.[1]
7º.- De manera
categórica rechaza el Prelado el que, de dedicarse al Servicio Religioso
permanente, preste este Servicio una Comunidad Religiosa por razones de
organización parroquial y de interferencia con el servicio parroquial.
8º.- Como el
Servicio Religioso en las fechas que se acuerde, ha de requerir, por esplendor,
más de un sacerdote, el Prelado designará los Sacerdotes que hayan de celebrar
o de asistir la Misa con Capellán».
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Certificación de 15 de enero de 1956 |
Puesto
el asunto a votación, «se
acordó que siendo incompatible la celebración de culto permanente en el
Monumento de los Mártires de la Cruzada con el hecho de la propiedad del
edificio de esta Diputación, se acordó la devolución del Monumento para
destinarlo a Mausoleo».
De igual
modo se convino que el Vicepresidente Arellano dirigiera —como lo hizo— una carta al Sr. Obispo
aceptando la devolución del Monumento en los términos informados a la
Corporación, y ello a los efectos de «que
Vuestra Reverencia disponga lo conveniente en orden a iniciar la suscripción
pública para la construcción del Templo Parroquial de San Francisco Javier,
suscripción a la que muy gustosa acudirá la Diputación Foral de Navarra»[2].
Mientras
tanto en el Monumento continuaban las obras para darle los últimos retoques.
Mediante carta de 5 de enero de 1952[3],
el arquitecto José Yárnoz escribía desde Madrid a mi padre: «Nos estamos
ocupando con toda actividad en resolver los últimos detalles, y como yo suponía
la mayor dificultad la vamos a encontrar en la resolución del gran Cristo de
madera tallada».
Líneas antes le daba su opinión acerca de los textos a grabar en las dos
grandes lápidas que flanquean la puerta al templo, en el pórtico, si el bando
del general Mola, la proclama de la Diputación Foral o el Decreto concediendo a
Navarra la laureada de San Fernando, inclinándose por estos dos últimos por
motivos geométricos más que históricos o literarios.
Sería el
29 de marzo de 1954 cuando la Diputación dio orden al Crédito Navarro de pagar
a “Franz Mayerissche Kofkunstalhastal” la gran vidriera que había importado de
Alemania, bajo licencia C-85237[4],
que pocos años después apedrearían unos desalmados. La vidriera representaba un
calvario, con la Madre y San Juan al pié de la cruz, el Padre y el Espíritu Santo.
A
primeros del mes de junio de 1954 visitó el Monumento Juan-Bautista Adsuara
Ramos, castellonense, académico de la de Bellas Artes de San Fernando, quien
talló, en madera de pino de Suecia el Cristo que preside el altar mayor. «Es una talla que
mueve a la devoción y al mismo tiempo a meditar: es un Cristo agonizante, y sin
perder su expresión humana de estarse muriendo, con una clara expresión de
triunfo»[5].
Pero el Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada se inauguró con gran pompa en la primera semana del mes de diciembre de 1952, con motivo de la visita de Franco a Navarra para clausurar los actos del IV centenario de la muerte de San Francisco Javier. Del 2 al 4 fueron días de gran actividad, durante los que se sucedieron los actos oficiales en Pamplona, Sangüesa, Javier y Corella. La inauguración de la nuevo templo parroquial de San Francisco Javier tendría lugar el 3 de diciembre de 1952, celebrándose una misa de pontifical a la que asistieron Francisco Franco, su esposa e hija. Con ella quedaron clausurados los actos del IV centenario de la muerte de San Francisco Javier y la polémica alrededor de ella.

Por mera curiosidad, decir que los gastos en los que incurrió la Dirección de Arquitectura con motivo de la visita de Franco ascendieron, como poco, a 332.798,23 pesetas según una cuenta sin cerrar manuscrita por padre.[6]
[1] Como se sabe, el derecho de patronato es el conjunto de prerrogativas que pueden reconocerse
a quienes han fundado o dotado iglesias o beneficios. La principal de
ellas es la de presentación por parte
del patrono al obispo de una persona idónea para que le confiera un
beneficio vacante. Se ha de advertir, sin embargo, que el derecho de patronato
no puede considerarse como una consecuencia del derecho de propiedad del
fundador. Tampoco puede éste reclamar ningún derecho, ni el hecho de la
fundación conlleva respecto de la Iglesia obligación alguna.
[2] Todo ello según se
desprende de la certificación expedida el 15 de enero de 1956 por el Secretario
José Úriz Beriain, con el visto bueno del Vicepresidente. (AZM/FZA/JAZA-DF-1949-1952-Votos
particulares)
[3]
AZM/FZA/JAZA-MC-1952-5-I-Lapidas atrio.
[4]
AZM/FZA/JAZA-MC-1954-29-III-Vidriera alemana.
[5] El Pensamiento Navarro, Pamplona, 6 de junio de 1954.
(AZM/FZA/JAZA-MC-1954-6-VI-Reportaje)
[6] AZM/FZA/JAZA-PapVar-1952-2-6-XII-Franco
en Navarra-Coste.
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