"La falsedad no es democrática y
solo sirve para envenenar a la gente,
sobre todo la falsedad sentimental"
Pío Moa
Las páginas que siguen solo pretenden
aportar algunos datos relativos a la construcción del templo erigido por Navarra a sus muertos en la Cruzada a partir de notas y documentos obrantes en el archivo que
fuera de mi padre, José-Ángel Zubiaur Alegre (d.e.p.), a la sazón Diputado
Foral por la Merindad de la Montañas (1949-1952) y Teniente de Alcalde del
Ayuntamiento de la ciudad de Pamplona por elección popular, esto es por el
tercio de cabezas de familia, que era la única posible. Poco sospechoso de
connivencias con el régimen político que imperaba, otra cosa es que sintiera el
legítimo orgullo y la natural satisfacción por haber vencido en buena lid la
guerra a la que fue por Dios y por España, aun respetando al enemigo que de
buena fe actuó con arreglo a sus principios republicanos, bien ajenos a los del
Frente Popular. Por eso y por mucho más, se revolvió después contra las manos
que le ofrecían, mientras la bota le apretaba el cuello, una paz como si no
hubiera sido cosa suya conquistarla.
Le sigue una narración documentada relativa a los sucesos acaecidos desde el momento en que el Monumento fue donado a la Diócesis de Pamplona (1963), y el lamentable proceso que condujo a la exhumación de los cuerpos allí sepultados (2016).
Le sigue una narración documentada relativa a los sucesos acaecidos desde el momento en que el Monumento fue donado a la Diócesis de Pamplona (1963), y el lamentable proceso que condujo a la exhumación de los cuerpos allí sepultados (2016).
La idea
de erigir un monumento de Navarra a sus
Muertos en la Cruzada surgió entre las paredes del convento de los
Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María, los PP. Corazonistas de san
Fermín de Aldapa, en Pamplona, desde donde fue exportada a las autoridades
forales competentes. Así se explicaba el P. Hermenegildo Barbarin CMF, en una
carta abierta que dirigió al clero navarro el 18 de enero de 1950[1].
Relataba cómo el Ilustre Colegio de Arquitectos…
«inmediatamente y con todo calor,
la aceptó. Testigos don Juan Pedro Arraiza, entonces Vicepresidente de la
Diputación y D. José Úriz, actual Secretario de ella y entonces Secretario de
la Junta Carlista de Guerra. Bien es cierto —y hay que proclamarlo muy alto
para honra suya—
que, llegado el momento de las realizaciones,
cuando más de uno se oponía a que se levantase un monumento excesivamente
grandioso y costoso, contentándose con alguno de los existentes —llegó a señalarse
a Eunate—
fue el batallador y dignísimo actual Director de “El Pensamiento Navarro”[2] el que, briosamente y
con gallardía magnífica, rompiendo lanzas en defensa de los fueros de nuestros
Mártires, en un artículo valentísimo y consiguió que, decididamente, se
acometiera la empresa. Es esta una gloria que nadie justamente le podrá ni le
deberá regatear.
»A lo largo de los años en que se
ha venido trabajando en la obra —ciertamente
entre la indiferencia de la mayoría— nadie más que nosotros[3] ha tenido puestos los
ojos y la atención en ella tanto que, una y muchas veces, visitamos a las
Autoridades que más directamente estaban interesadas en ello. Testigo el Excmo.
Señor Conde de Rodezno, a quien, ya siendo Ministro, tuve el honor de visitar en
Vitoria para hablarle de ello […] Testigo, Don Juan
Pedro Arraiza quien, cuantas veces nos oía hablar de lo mismo, nos decía
invariablemente: —Pero si nadie se ocupa de esa obra más que
ustedes: Testigo el Excmo. Sr. D.
Marcelino Olaechea, entonces Obispo de la Diócesis […]»
El monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada es «una gran iglesia votiva, iglesia Panteón, con galería laterales que la
unen y enlazan con dos cuerpos de edificios extremos, que se piensa destinarlos
a museos de guerra. Marco digno de estas monumentales construcciones será la
gran Plaza proyectada, con edificios aporticados en su parte baja, de
ordenación uniforme y sobria, y con carácter adecuado a la Arquitectura del
conjunto. En el fondo se dispone de un parque, lugar de reposo y de
religiosidad». Así puede leerse en la “Memoria descriptiva del proyecto”[4] firmado por los
arquitectos navarros Víctor Eusa Razquin y José Yárnoz Larrosa, al servicio de
la Diputación Foral. Los museos de guerra no llegaron a construirse y en su lugar
—muchos
años después—
la Parroquia de Cristo Rey y su casa parroquial. A la plaza se le puso por
nombre “Conde de Rodezno” sin que llegara a cuajar la opinión de mi padre de
denominarla “Plaza de los Fueros”[5].
La construcción del aludido Monumento,
cuya primera piedra se colocó el 15 de agosto de 1942, corrió a cargo de la
Diputación Foral que vicepresidía el Conde de Rodezno y en él se encuentran
depositados los restos mortales de los generales Sanjurjo y Mola, mas seis
voluntarios navarros muertos en combate contra las milicias marxistas: el más
joven (requeté), el más viejo (requeté), un páter y dos hermanos (uno requeté y
el otro falangista)[6].
En el decorado interior destacan los
muros con los nombres de los 4.535 navarros muertos en combate y una gran
cúpula en la que el valenciano Ramón Stolz Viciano pintó un fresco de 700
metros cuadrados con una incomparable alegoría a la fe y al valor de los
navarros en la Historia. Fue la Diputación Foral la que pidió a Stolz
que no pintase emblemas ni atributos franquistas o falangistas.
Tampoco en el
edificio se encuentran yugos, flechas, águila de san Juan… tenidos por símbolos
franquistas, con los que no comulgaba mayoritariamente la sociedad navarra.[7] [8]
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Un fresco de 700 m2 |
Estudiosa hay que considera a este
Monumento como muestra «genuina y excepcional»
de «un
arte meritorio con bases teóricas y filosóficas, culto, casi elitista, alejado
de los postulados y simbología del régimen»
franquista entonces imperante, «que es merecedor de formar parte del Patrimonio, con todo lo
que esto conlleva» (Villar L.). El templo está —hasta
ahora—
catalogado con un nivel de protección 2 en el Patrimonio municipal de Pamplona
y en el de Navarra, aparte del hecho de que los edificios proyectados por
Víctor Eusa están especialmente protegidos.
Ofrecimiento
al obispado
El 15 de octubre de 1947, antes de
terminar las obras, la Diputación Foral acordó ofrecer el Monumento al Sr.
Obispo de la Diócesis[9] para que le diera el
destino más adecuado. Contestaba el Sr. Obispo a la Corporación:
«Aceptado tal ofrecimiento, el Monumento
en forma de templo para el culto pasa al patrimonio de la Iglesia de la
Diócesis de Pamplona, sin que pueda el Prelado de ella enajenarlo ni aún
devolverlo a la propia donante, sin autorización de la Santa Sede, para
destinarlo a otros usos o entregarlo a otra Entidad.
»Por el marcado fin de perpetuar la
memoria de los muertos en la Cruzada, ampliado después a la decoración del
templo con el deseo de recordar siempre las grandezas de Navarra desde tiempos
más remotos, se nota general deseo de no achicarlo o circunscribirlo al uso de
una familia o sector de la población, sino que parece debe ser como el templo
de toda Navarra. Y así «[…]este templo debe llamarse siempre el templo
de Navarra, aunque es mi propósito dedicarlo a Cristo-Rey, que fue el grito con
que supieron pelear y morir los últimos cruzados para defender la Religión y la
Patria de sus más encarnizados enemigos.»[10]
En su referida carta abierta al clero
navarro, el P. Barbarin
afirmaba que «el ofrecimiento que la Excma. Diputación inmediatamente
anterior a la actual hizo del Monumento al Excmo. Sr Obispo, se debió en
grandísima, casi exclusiva parte, a las reiteradas instancias nuestras. Testigo
también el Excmo. y caballeroso Conde de Rodezno, a quien personalmente visité
repetidas veces —casi machaconamente— para llevar a su ánimo aquella idea.
Tanto que, cuando el 15 de octubre de 1947 realizaron el ofrecimiento, luego de
salir del Palacio, me decía por teléfono las siguientes palabras que de veras
agradecí: —“Ya
está hecho lo que usted quería”.»
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En construcción, hacia 1947 |
¿Qué querían los Corazonistas? Sin
tapujos, hacerse con el usufructo del Monumento para asegurar su carácter
votivo a perpetuidad, para lo que se consideraban asistidos por diversas
razones.
Según
le informaba a mi padre el P. Barbarin, el Sr. Obispo quería que el Monumento
fuera el templo de toda Navarra y dedicado a Cristo Rey. Sin embargo, sus
intereses pastorales no seguían igual camino. «La única —al menos para el Sr. Obispo— dificultad que cruza en el
camino para que el Monumento a nuestros Mártires no sufra alteración ni
desnaturalización alguna, es el temor a que no se pueda levantar una parroquia
digna a San Francisco Javier. Últimamente volví yo a hablar con él para saber
qué había de verdad en el rumor que iba corriendo de que la cosa estaba ya
resuelta y que solo se espera a que pasase la Cuaresma para hacerlo público y
darle estado oficial y tuve la satisfacción de oír de sus labios la declaración
terminante de que no había nada de ello, que todavía ha de tardar mucho en dar una
resolución definitiva y que, si al asunto parroquia se le diera, con un nuevo
enfoque del problema, una solución buena, él la aceptaría encantadísimo,
porque, solo en extremo último, quería llevar […] la parroquia al Monumento, porque demasiado se daba cuenta —y él mismo me
mostró el plano— que quedaría desplazadísima del centro de la feligresía.
»Esta fue su declaración terminante —reiteraba el P. Barbarin—,
ante la que no valen rumores que van corriendo por aquí y en los que acaso hay
intención de desviar y confundir los ánimos; y esto fue lo que recogió en El
Pensamiento Navarro el AYER del día 26 de marzo».[11]
Llanamente,
el Obispo quería que el Monumento fuera templo votivo de todos los navarros y,
además, conseguir la construcción de una parroquia —dedicada a San Francisco
Javier— cerca de la feligresía. Era la ocasión para ello, pues pronto se
celebraría el Centenario del Santo con un homenaje internacional al mismo. Si
así se resolvía, «el
Monumento se nos encomendaría a nosotros [los Corazonistas], porque éramos, no sólo los primeros, sino también los únicos que le
lo habíamos pedido. Aparte de que los títulos que, para ello, alegábamos no le
parecían despreciables» al Sr. Obispo.[12]
Hay que
decir aquí que monseñor Delgado Gómez conseguiría de la Diputación un nuevo
templo, a construir en las antiguas cocheras del ferrocarril Irati, pero años
después también acabaría convirtiendo el Monumento en parroquia de Cristo Rey,
quedando el interés corazonista en el olvido. Esta
parroquia radicó inicialmente en la iglesia de las Damas Apostólicas y luego en
el propio Monumento. Fue erigida como tal en 1952. Su primer párroco y pariente
de mi familia fue don Nicolás Muruzábal Muruzábal, quien en una entrevista que
le hizo Diario de Navarra (Pamplona,
16 de octubre de 1983) manifestó que «no
estábamos a gusto en el mismo [Monumento] pues aparte
de que no reunía las condiciones para el culto parroquial diario, eran muchos
los fieles que no acudían por motivos ideológicos».
Volviendo
a nuestro hilo, pocos días después[13]
el mismo P. Barbarin le reiteraba a mi padre que hiciera cuanto estuviere en su
mano «por salvar el Monumento como tal.
Y, si es parroquia, desengáñate, dejará de serlo. Quiérase o no se quiera», y le ponía el ejemplo de El
Escorial, propiedad del Estado, mientras
que una Comunidad era usufructuaria a
perpetuidad. «Así estaba asegurado»
el templo y su servicio religioso. Por hacerse un quórum favorable en la
Diputación, le pedía a mi padre que le hiciera el favor de entregarle una notita
a su compañero Amadeo Marco, también Diputado. La nota dice así:
1. «Somos los más antiguos de la época moderna.
Setenta años de convivencia con este pueblo navarro. Con la particularidad de
que, durante los veinte primeros años, fuimos casi los únicos que
atendimos, con el Clero, a los intereses espirituales de Navarra.
2. Somos
seguramente los únicos que disponemos de un Diploma de honor de la
Excelentísima Diputación por la asistencia a los coléricos del 84, durante la
cual epidemia unos de nuestros Padres murió en la asistencia de los coléricos,
en Berriosuso. Aquí guardamos con todo cariño, el Diploma firmado por todos los
Diputados de entonces.
3. Nuestra identificación total y perenne con los ideales de la
Cruzada. Esta Comunidad, con un brevísimo
paréntesis, ha sido siempre un bastión de la Tradición. Un Superior de esta
Casa, el celebérrimo misionero, P. Burgos, fue el que tuvo la Oración fúnebre
de D. Carlos VII, y el actual Superior tuvo todas, acaso sin excepción, de las
que se pronunciaron por D. Jaime y por D. Alfonso-Carlos.
4. Somos la Religión –Mártir por antonomasia
de la última Revolución. Doscientos setenta y dos sacrificados por la
Revolución. Los superamos con mucho a todos; a la mayoría los doblamos y
triplicamos. ¿Quién mejor para guardar los restos de nuestros Mártires? Con el
detalle de, entre esos setenta y dos, hubo veinticinco navarros. ¿Quién
puede aportar títulos como estos?»
A
cuenta de la propiedad y usufructo del Monumento se estaba creando una
situación tensa, «un poco violenta, pero
vale la pena. Y acaso se sospeche que anda por debajo mi mano; pero no me
importa. ¿Qué me puede pasar de malo? ¿Qué me hagan salir de esta Casa y Ciudad
tan queridas? Mucho lo sentiría ¿Porqué negarlo? Pero mira, he ofrecido al
Señor que, si me concede eso […]»[14]
Mediante escrito de 7 de septiembre de
1949 dirigido al Vicepresidente de la Diputación Foral[15], el P. Barbarin abundaba
en la idea de que debería ser entregado a una orden religiosa —más
concretamente a los PP. Corazonistas— que asegurase «la Ley de la continuidad»
al igual que se había hecho con El Escorial, Guadalupe, El Parral, San Fermín
de los Navarros, Leyre, Iranzu, Irache, La Oliva e incluso Roncesvalles. El P.
Barbarin, autor y firmante del escrito, manifestaba que:
«si el Monumento es dedicado a parroquia
[…] al cabo de muy
pocos años la parroquia habrá
absorbido al Monumento y,
de los Mártires navarros, no quedará más que un recuerdo vago, que se irá
esfumando a medida que pasasen los años, hasta desaparecer completamente:
máxime cuando en las generaciones actuales, que vivieron aquella gesta, vayan
sucediendo las nuevas, que solo tendrán unas referencias más o menos vivas de
ella.
»Y ¿es esto lo que se ha pretendido al
erigir un Monumento tan grandioso y tan costoso como este?
»No querría ofender a nadie con la
afirmación que voy a establecer, pero de ella estoy plenamente convencido: Solo
los que no están identificados y no se sientan espiritualmente ligados a los
Mártires navarros, podrían ver sin tristeza y sin muy honda amargura, que el Monumento
estaba en peligro de perder su verdadera significación.
»Es verdad:
Tremenda responsabilidad para los que. Formando hoy y por voluntad del pueblo
navarro, la actual Diputación, de la que forman parte cinco excombatientes, son
los llamados a tomar una resolución, que necesariamente, habrá de ser
definitiva, en asunto de tamaña importancia. No habrían de pasar muchos años
para que cuanto aquí anuncio, llegue a ser una realidad, de la cual ya no se
podrá volver atrás.»
Seguidamente
enumeraba los méritos ya conocidos que hacían de su congregación ser la más
adecuada al efecto.
Como
quiera que se cuestionaba jurídicamente la posible solución para el Monumento,
el día 13 de mismo mes[16]
le remitía a mi padre una nota acerca de cuanto se deduce de los cánones en
relación con quiénes pueden ser propietarios de una iglesia, pudiendo serlo las
personas y las entidades civiles. El Código canónico distingue claramente entre
propiedad y destino, que son independientes. Y el día 19 el P. Barbarin le
manda otra nota-informe, ésta del catedrático de Derecho Canónico de la
Universidad Pontificia de Salamanca, que dice así:
«Hay que distinguir entre
jurisdicción y propiedad. La jurisdicción sobre los lugares sagrados (Iglesias,
cementerios, etc.) compete solo a la autoridad eclesiástica, no a la civil. Así
lo proclama el Canon 1.160, que dice: Los lugares sagrados están exentos de la
jurisdicción de la autoridad civil, y la autoridad eclesiástica legítima ejerce
en ellos libremente su jurisdicción. Pero en este Canon claramente se ve que se
trata de tan solo la jurisdicción, no de la propiedad. Esta puede pertenecer a
cualquiera entidad pública civil (a cualquiera persona privada). Así los
cementerios frecuentemente pertenecen en propiedad a los municipios; hay muchas
iglesias de Religiosos que pertenecen a éstos, no a la Diócesis. El propietario
puede ceder, si así lo desea, únicamente un derecho a la propiedad, v. gr.: el
usufructo o poner otras condiciones, aunque no exigir el pleno derecho de
patronato, que el Sr. Obispo no podría admitir.»
A
cuenta de este informe el P. Barbarin lo ejemplificaba con la madrileña Iglesia
de San Fermín de los Navarros, propiedad de la colonia navarra que tiene cedido
el culto, bajo determinadas condiciones, a la orden franciscana, de modo que si
ésta no cumple aquéllas se resuelve el contrato de cesión o usufructo o lo que
fuere. Del mismo modo podría hacer la Diputación Foral, si acaso con los
corazonistas, porque de verse el Monumento convertido en parroquia la solución
no sería factible. «Yo
creo —añadía— que tú podrías
muy bien, sin faltar lo más mínimo al respeto debido al Prelado, sugerir una
solución así. Los compañeros tuyos seguramente la aceptarán complacidos. Hablé
el viernes último con varios de ellos —Plaza, Larrainzar, Villar— y todos
conformes. Y no cabe duda ninguna que sería el modo mejor de asegurarlo todo;
la propiedad de la Diputación; el significado del Monumento y el cumplimiento
de las bases por vosotros establecidas»[17].
[1] BARBARIN, Hermenegildo, A la justa y recta consideración del clero
navarro. Carta abierta. Unos sencillos y clarísimos elementos de juicio.
Gráficas Iruña. 7 páginas. Archivo Zubiaur y Mayans (AZM)/Fondo Zubiaur
(FZ)/JAZA-MC-0000-00-00-Disputa custodio clero.
[2] A la sazón Francisco López
Sanz.
[3] Cuando habla en primera
persona del plural, se refiere a los PP. Corazonistas.
[4] AZM/FZ/JAZA-MC-Memoria descriptiva.
[5] “El Pensamiento Navarro”,
Pamplona, 28 de febrero de 1951. (AZM/FZ/JAZA-MC-1951-28-II-Plaza de los
Fueros.pdf)
[6] Joaquín y Dimas Aznar
Zozaya, hijos de familia carlista, naturales y vecinos de la villa de Javier.
Según le contó su sobrina mayor, María Luisa Navascués Aznar, a su abogado, sus
tíos eran hijos de una familia carlista y en Julio de 1936 se fueron a alistar
como requetés, pero se dio el caso de que mientras la mesa de reclutamiento del
requeté tenía una larga fila de voluntarios esperando, la contigua de Falange,
que atendía un buen amigo de Dimas, no tenía a nadie. Así que mientras
entablaban ambos conversación, el amigo lo alistó: «Total, si vais
a lo mismo» —le dijo para excusarse. (Testimonio de Álvaro Canals de Echenique y de Febrer, el
26 de febrero de 2017).
[7] Me consta por tradición
familiar.
[8] Sobre Stolz Vd. ZUBIAUR
CARREÑO, Francisco Javier, “La obra de Stolz en Pamplona. Una reflexión desde
el plano artístico”. En
http://www.zubiaurcarreno.com/la-obra-de-stolz-pamplona… Captura 20 de febrero
de 2017.
[9] Monseñor Enrique Delgado
Gómez, extremeño, quien ocupó la sede desde 1946 hasta 1968, siendo nombrado
arzobispo de ella en 1956. A él le siguieron Arturo Tabera Araoz, cardenal (1968-1971), José Méndez Asensio (1971-1978), José María Cifrada Lachiondo (1978-1993), Fernando Sebastián Aguilar CMF (1993-2007) y Francisco Pérez González (2007...).
[10] AZM/FZ/JAZA-MC-0000-00-00-Nota
uso obispado.
[11] Carta del P. Hermenegildo
Barbarin, CMF, a José-Ángel Zubiaur Alegre de fecha 13 de abril de 1949.
AZM/FZ/JAZ-0000-00-00-Disputa custodia clero.
[12] BARBARIN, H., “A la justa y
recta…” cit., p. 2.
[13] Carta del 2 de septiembre
de 1949. Ibid. id.
[14] Carta del 3 de septiembre
de 1949. Ibid. id.
[15] Son cuatro holandesas mecanografiadas por su anverso. La
Diputación Foral a la que aludía era la vicepresidida por José María Arellano.
AZM/FZ/JAZA-MC-1949-13-IV-Disputa clero.
[16] Ibid. id.
[17] Carta de 19 de septiembre
de 1949. Ibid. id.