martes, 7 de marzo de 2017

"Navarra a sus muertos en la Cruzada" (1)

"La falsedad no es democrática y 
solo sirve para envenenar a la gente, 
sobre todo la falsedad sentimental"
Pío Moa



Las páginas que siguen solo pretenden aportar algunos datos relativos a la construcción del templo erigido por Navarra a sus muertos en la Cruzada a partir de notas y documentos obrantes en el archivo que fuera de mi padre, José-Ángel Zubiaur Alegre (d.e.p.), a la sazón Diputado Foral por la Merindad de la Montañas (1949-1952) y Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de la ciudad de Pamplona por elección popular, esto es por el tercio de cabezas de familia, que era la única posible. Poco sospechoso de connivencias con el régimen político que imperaba, otra cosa es que sintiera el legítimo orgullo y la natural satisfacción por haber vencido en buena lid la guerra a la que fue por Dios y por España, aun respetando al enemigo que de buena fe actuó con arreglo a sus principios republicanos, bien ajenos a los del Frente Popular. Por eso y por mucho más, se revolvió después contra las manos que le ofrecían, mientras la bota le apretaba el cuello, una paz como si no hubiera sido cosa suya conquistarla.

Le sigue una narración documentada relativa a los sucesos acaecidos desde el momento en que el Monumento fue donado a la Diócesis de Pamplona (1963), y el lamentable proceso que condujo a la exhumación de los cuerpos allí sepultados (2016).



La idea de erigir un monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada surgió entre las paredes del convento de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María, los PP. Corazonistas de san Fermín de Aldapa, en Pamplona, desde donde fue exportada a las autoridades forales competentes. Así se explicaba el P. Hermenegildo Barbarin CMF, en una carta abierta que dirigió al clero navarro el 18 de enero de 1950[1]. Relataba cómo el Ilustre Colegio de Arquitectos…

«inmediatamente y con todo calor, la aceptó. Testigos don Juan Pedro Arraiza, entonces Vicepresidente de la Diputación y D. José Úriz, actual Secretario de ella y entonces Secretario de la Junta Carlista de Guerra. Bien es cierto y hay que proclamarlo muy alto para honra suya que, llegado el momento de las realizaciones, cuando más de uno se oponía a que se levantase un monumento excesivamente grandioso y costoso, contentándose con alguno de los existentes llegó a señalarse a Eunate fue el batallador y dignísimo actual Director de “El Pensamiento Navarro”[2] el que, briosamente y con gallardía magnífica, rompiendo lanzas en defensa de los fueros de nuestros Mártires, en un artículo valentísimo y consiguió que, decididamente, se acometiera la empresa. Es esta una gloria que nadie justamente le podrá ni le deberá regatear.

»A lo largo de los años en que se ha venido trabajando en la obra ciertamente entre la indiferencia de la mayoría nadie más que nosotros[3] ha tenido puestos los ojos y la atención en ella tanto que, una y muchas veces, visitamos a las Autoridades que más directamente estaban interesadas en ello. Testigo el Excmo. Señor Conde de Rodezno, a quien, ya siendo Ministro, tuve el honor de visitar en Vitoria para hablarle de ello […] Testigo, Don Juan Pedro Arraiza quien, cuantas veces nos oía hablar de lo mismo, nos decía invariablemente: Pero si nadie se ocupa de esa obra más que ustedes: Testigo el Excmo. Sr. D. Marcelino Olaechea, entonces Obispo de la Diócesis […]»


El monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada es «una gran iglesia votiva, iglesia Panteón, con galería laterales que la unen y enlazan con dos cuerpos de edificios extremos, que se piensa destinarlos a museos de guerra. Marco digno de estas monumentales construcciones será la gran Plaza proyectada, con edificios aporticados en su parte baja, de ordenación uniforme y sobria, y con carácter adecuado a la Arquitectura del conjunto. En el fondo se dispone de un parque, lugar de reposo y de religiosidad». Así puede leerse en la “Memoria descriptiva del proyecto”[4] firmado por los arquitectos navarros Víctor Eusa Razquin y José Yárnoz Larrosa, al servicio de la Diputación Foral. Los museos de guerra no llegaron a construirse y en su lugar muchos años después la Parroquia de Cristo Rey y su casa parroquial. A la plaza se le puso por nombre “Conde de Rodezno” sin que llegara a cuajar la opinión de mi padre de denominarla “Plaza de los Fueros”[5].

La construcción del aludido Monumento, cuya primera piedra se colocó el 15 de agosto de 1942, corrió a cargo de la Diputación Foral que vicepresidía el Conde de Rodezno y en él se encuentran depositados los restos mortales de los generales Sanjurjo y Mola, mas seis voluntarios navarros muertos en combate contra las milicias marxistas: el más joven (requeté), el más viejo (requeté), un páter y dos hermanos (uno requeté y el otro falangista)[6].

En el decorado interior destacan los muros con los nombres de los 4.535 navarros muertos en combate y una gran cúpula en la que el valenciano Ramón Stolz Viciano pintó un fresco de 700 metros cuadrados con una incomparable alegoría a la fe y al valor de los navarros en la Historia. Fue la Diputación Foral la que pidió a Stolz que no pintase emblemas ni atributos franquistas o falangistas.
Un fresco de 700 m2
Tampoco en el edificio se encuentran yugos, flechas, águila de san Juan… tenidos por símbolos franquistas, con los que no comulgaba mayoritariamente la sociedad navarra.[7] [8]

Estudiosa hay que considera a este Monumento como muestra «genuina y excepcional» de «un arte meritorio con bases teóricas y filosóficas, culto, casi elitista, alejado de los postulados y simbología del régimen» franquista entonces imperante, «que es merecedor de formar parte del Patrimonio, con todo lo que esto conlleva» (Villar L.). El templo está hasta ahora catalogado con un nivel de protección 2 en el Patrimonio municipal de Pamplona y en el de Navarra, aparte del hecho de que los edificios proyectados por Víctor Eusa están especialmente protegidos.


Ofrecimiento al obispado

El 15 de octubre de 1947, antes de terminar las obras, la Diputación Foral acordó ofrecer el Monumento al Sr. Obispo de la Diócesis[9] para que le diera el destino más adecuado. Contestaba el Sr. Obispo a la Corporación:

«Aceptado tal ofrecimiento, el Monumento en forma de templo para el culto pasa al patrimonio de la Iglesia de la Diócesis de Pamplona, sin que pueda el Prelado de ella enajenarlo ni aún devolverlo a la propia donante, sin autorización de la Santa Sede, para destinarlo a otros usos o entregarlo a otra Entidad.

»Por el marcado fin de perpetuar la memoria de los muertos en la Cruzada, ampliado después a la decoración del templo con el deseo de recordar siempre las grandezas de Navarra desde tiempos más remotos, se nota general deseo de no achicarlo o circunscribirlo al uso de una familia o sector de la población, sino que parece debe ser como el templo de toda Navarra. Y así «[…]este templo debe llamarse siempre el templo de Navarra, aunque es mi propósito dedicarlo a Cristo-Rey, que fue el grito con que supieron pelear y morir los últimos cruzados para defender la Religión y la Patria de sus más encarnizados enemigos.»[10]

En su referida carta abierta al clero navarro, el P. Barbarin
En construcción, hacia 1947
afirmaba que
«el ofrecimiento que la Excma. Diputación inmediatamente anterior a la actual hizo del Monumento al Excmo. Sr Obispo, se debió en grandísima, casi exclusiva parte, a las reiteradas instancias nuestras. Testigo también el Excmo. y caballeroso Conde de Rodezno, a quien personalmente visité repetidas veces casi machaconamente para llevar a su ánimo aquella idea. Tanto que, cuando el 15 de octubre de 1947 realizaron el ofrecimiento, luego de salir del Palacio, me decía por teléfono las siguientes palabras que de veras agradecí: “Ya está hecho lo que usted quería”.»

¿Qué querían los Corazonistas? Sin tapujos, hacerse con el usufructo del Monumento para asegurar su carácter votivo a perpetuidad, para lo que se consideraban asistidos por diversas razones.

Según le informaba a mi padre el P. Barbarin, el Sr. Obispo quería que el Monumento fuera el templo de toda Navarra y dedicado a Cristo Rey. Sin embargo, sus intereses pastorales no seguían igual camino. «La única —al menos para el Sr. Obispo— dificultad que cruza en el camino para que el Monumento a nuestros Mártires no sufra alteración ni desnaturalización alguna, es el temor a que no se pueda levantar una parroquia digna a San Francisco Javier. Últimamente volví yo a hablar con él para saber qué había de verdad en el rumor que iba corriendo de que la cosa estaba ya resuelta y que solo se espera a que pasase la Cuaresma para hacerlo público y darle estado oficial y tuve la satisfacción de oír de sus labios la declaración terminante de que no había nada de ello, que todavía ha de tardar mucho en dar una resolución definitiva y que, si al asunto parroquia se le diera, con un nuevo enfoque del problema, una solución buena, él la aceptaría encantadísimo, porque, solo en extremo último, quería llevar […] la parroquia al Monumento, porque demasiado se daba cuenta y él mismo me mostró el plano— que quedaría desplazadísima del centro de la feligresía.

»Esta fue su declaración terminante reiteraba el P. Barbarin, ante la que no valen rumores que van corriendo por aquí y en los que acaso hay intención de desviar y confundir los ánimos; y esto fue lo que recogió en El Pensamiento Navarro el AYER del día 26 de marzo».[11]

Llanamente, el Obispo quería que el Monumento fuera templo votivo de todos los navarros y, además, conseguir la construcción de una parroquia —dedicada a San Francisco Javier— cerca de la feligresía. Era la ocasión para ello, pues pronto se celebraría el Centenario del Santo con un homenaje internacional al mismo. Si así se resolvía, «el Monumento se nos encomendaría a nosotros [los Corazonistas], porque éramos, no sólo los primeros, sino también los únicos que le lo habíamos pedido. Aparte de que los títulos que, para ello, alegábamos no le parecían despreciables» al Sr. Obispo.[12]

Hay que decir aquí que monseñor Delgado Gómez conseguiría de la Diputación un nuevo templo, a construir en las antiguas cocheras del ferrocarril Irati, pero años después también acabaría convirtiendo el Monumento en parroquia de Cristo Rey, quedando el interés corazonista en el olvido. Esta parroquia radicó inicialmente en la iglesia de las Damas Apostólicas y luego en el propio Monumento. Fue erigida como tal en 1952. Su primer párroco y pariente de mi familia fue don Nicolás Muruzábal Muruzábal, quien en una entrevista que le hizo Diario de Navarra (Pamplona, 16 de octubre de 1983) manifestó que «no estábamos a gusto en el mismo [Monumento] pues aparte de que no reunía las condiciones para el culto parroquial diario, eran muchos los fieles que no acudían por motivos ideológicos».


Volviendo a nuestro hilo, pocos días después[13] el mismo P. Barbarin le reiteraba a mi padre que hiciera cuanto estuviere en su mano «por salvar el Monumento como tal. Y, si es parroquia, desengáñate, dejará de serlo. Quiérase o no se quiera»,  y le ponía el ejemplo  de  El Escorial, propiedad del  Estado, mientras que una Comunidad  era usufructuaria a perpetuidad. «Así estaba asegurado» el templo y su servicio religioso. Por hacerse un quórum favorable en la Diputación, le pedía a mi padre que le hiciera el favor de entregarle una notita a su compañero Amadeo Marco, también Diputado. La nota dice así:

1. «Somos los más antiguos de la época moderna. Setenta años de convivencia con este pueblo navarro. Con la particularidad de que, durante los veinte primeros años, fuimos casi los únicos que atendimos, con el Clero, a los intereses espirituales de Navarra.

2. Somos seguramente los únicos que disponemos de un Diploma de honor de la Excelentísima Diputación por la asistencia a los coléricos del 84, durante la cual epidemia unos de nuestros Padres murió en la asistencia de los coléricos, en Berriosuso. Aquí guardamos con todo cariño, el Diploma firmado por todos los Diputados de entonces.

3. Nuestra identificación total y perenne con los ideales de la Cruzada. Esta Comunidad, con un brevísimo paréntesis, ha sido siempre un bastión de la Tradición. Un Superior de esta Casa, el celebérrimo misionero, P. Burgos, fue el que tuvo la Oración fúnebre de D. Carlos VII, y el actual Superior tuvo todas, acaso sin excepción, de las que se pronunciaron por D. Jaime y por D. Alfonso-Carlos.

4. Somos la Religión –Mártir por antonomasia de la última Revolución. Doscientos setenta y dos sacrificados por la Revolución. Los superamos con mucho a todos; a la mayoría los doblamos y triplicamos. ¿Quién mejor para guardar los restos de nuestros Mártires? Con el detalle de, entre esos setenta y dos, hubo veinticinco navarros. ¿Quién puede aportar títulos como estos?»

A cuenta de la propiedad y usufructo del Monumento se estaba creando una situación tensa, «un poco violenta, pero vale la pena. Y acaso se sospeche que anda por debajo mi mano; pero no me importa. ¿Qué me puede pasar de malo? ¿Qué me hagan salir de esta Casa y Ciudad tan queridas? Mucho lo sentiría ¿Porqué negarlo? Pero mira, he ofrecido al Señor que, si me concede eso […]»[14]

Mediante escrito de 7 de septiembre de 1949 dirigido al Vicepresidente de la Diputación Foral[15], el P. Barbarin abundaba en la idea de que debería ser entregado a una orden religiosa más concretamente a los PP. Corazonistas que asegurase «la Ley de la continuidad» al igual que se había hecho con El Escorial, Guadalupe, El Parral, San Fermín de los Navarros, Leyre, Iranzu, Irache, La Oliva e incluso Roncesvalles. El P. Barbarin, autor y firmante del escrito, manifestaba que:

«si el Monumento es dedicado a parroquia […] al cabo de muy pocos años la parroquia habrá absorbido al Monumento  y, de los Mártires navarros, no quedará más que un recuerdo vago, que se irá esfumando a medida que pasasen los años, hasta desaparecer completamente: máxime cuando en las generaciones actuales, que vivieron aquella gesta, vayan sucediendo las nuevas, que solo tendrán unas referencias más o menos vivas de ella.

»Y ¿es esto lo que se ha pretendido al erigir un Monumento tan grandioso y tan costoso como este?

»No querría ofender a nadie con la afirmación que voy a establecer, pero de ella estoy plenamente convencido: Solo los que no están identificados y no se sientan espiritualmente ligados a los Mártires navarros, podrían ver sin tristeza y sin muy honda amargura, que el Monumento estaba en peligro de perder su verdadera significación.

»Es verdad: Tremenda responsabilidad para los que. Formando hoy y por voluntad del pueblo navarro, la actual Diputación, de la que forman parte cinco excombatientes, son los llamados a tomar una resolución, que necesariamente, habrá de ser definitiva, en asunto de tamaña importancia. No habrían de pasar muchos años para que cuanto aquí anuncio, llegue a ser una realidad, de la cual ya no se podrá volver atrás.»

Seguidamente enumeraba los méritos ya conocidos que hacían de su congregación ser la más adecuada al efecto.

Como quiera que se cuestionaba jurídicamente la posible solución para el Monumento, el día 13 de mismo mes[16] le remitía a mi padre una nota acerca de cuanto se deduce de los cánones en relación con quiénes pueden ser propietarios de una iglesia, pudiendo serlo las personas y las entidades civiles. El Código canónico distingue claramente entre propiedad y destino, que son independientes. Y el día 19 el P. Barbarin le manda otra nota-informe, ésta del catedrático de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, que dice así:

«Hay que distinguir entre jurisdicción y propiedad. La jurisdicción sobre los lugares sagrados (Iglesias, cementerios, etc.) compete solo a la autoridad eclesiástica, no a la civil. Así lo proclama el Canon 1.160, que dice: Los lugares sagrados están exentos de la jurisdicción de la autoridad civil, y la autoridad eclesiástica legítima ejerce en ellos libremente su jurisdicción. Pero en este Canon claramente se ve que se trata de tan solo la jurisdicción, no de la propiedad. Esta puede pertenecer a cualquiera entidad pública civil (a cualquiera persona privada). Así los cementerios frecuentemente pertenecen en propiedad a los municipios; hay muchas iglesias de Religiosos que pertenecen a éstos, no a la Diócesis. El propietario puede ceder, si así lo desea, únicamente un derecho a la propiedad, v. gr.: el usufructo o poner otras condiciones, aunque no exigir el pleno derecho de patronato, que el Sr. Obispo no podría admitir.»

A cuenta de este informe el P. Barbarin lo ejemplificaba con la madrileña Iglesia de San Fermín de los Navarros, propiedad de la colonia navarra que tiene cedido el culto, bajo determinadas condiciones, a la orden franciscana, de modo que si ésta no cumple aquéllas se resuelve el contrato de cesión o usufructo o lo que fuere. Del mismo modo podría hacer la Diputación Foral, si acaso con los corazonistas, porque de verse el Monumento convertido en parroquia la solución no sería factible. «Yo creo añadía que tú podrías muy bien, sin faltar lo más mínimo al respeto debido al Prelado, sugerir una solución así. Los compañeros tuyos seguramente la aceptarán complacidos. Hablé el viernes último con varios de ellos Plaza, Larrainzar, Villar y todos conformes. Y no cabe duda ninguna que sería el modo mejor de asegurarlo todo; la propiedad de la Diputación; el significado del Monumento y el cumplimiento de las bases por vosotros establecidas»[17].





[1] BARBARIN, Hermenegildo, A la justa y recta consideración del clero navarro. Carta abierta. Unos sencillos y clarísimos elementos de juicio. Gráficas Iruña. 7 páginas. Archivo Zubiaur y Mayans (AZM)/Fondo Zubiaur (FZ)/JAZA-MC-0000-00-00-Disputa custodio clero.
[2] A la sazón Francisco López Sanz.
[3] Cuando habla en primera persona del plural, se refiere a los PP. Corazonistas.
[4] AZM/FZ/JAZA-MC-Memoria descriptiva.
[5] “El Pensamiento Navarro”, Pamplona, 28 de febrero de 1951. (AZM/FZ/JAZA-MC-1951-28-II-Plaza de los Fueros.pdf)
[6] Joaquín y Dimas Aznar Zozaya, hijos de familia carlista, naturales y vecinos de la villa de Javier. Según le contó su sobrina mayor, María Luisa Navascués Aznar, a su abogado, sus tíos eran hijos de una familia carlista y en Julio de 1936 se fueron a alistar como requetés, pero se dio el caso de que mientras la mesa de reclutamiento del requeté tenía una larga fila de voluntarios esperando, la contigua de Falange, que atendía un buen amigo de Dimas, no tenía a nadie. Así que mientras entablaban ambos conversación, el amigo lo alistó: «Total, si vais a lo mismo» —le dijo para excusarse. (Testimonio de Álvaro Canals de Echenique y de Febrer, el 26 de febrero de 2017).
[7] Me consta por tradición familiar.
[8] Sobre Stolz Vd. ZUBIAUR CARREÑO, Francisco Javier, “La obra de Stolz en Pamplona. Una reflexión desde el plano artístico”. En http://www.zubiaurcarreno.com/la-obra-de-stolz-pamplona… Captura 20 de febrero de 2017.
[9] Monseñor Enrique Delgado Gómez, extremeño, quien ocupó la sede desde 1946 hasta 1968, siendo nombrado arzobispo de ella en 1956. A él le siguieron Arturo Tabera Araoz, cardenal (1968-1971), José Méndez Asensio (1971-1978), José María Cifrada Lachiondo (1978-1993), Fernando Sebastián Aguilar CMF (1993-2007) y Francisco Pérez González (2007...).
[10] AZM/FZ/JAZA-MC-0000-00-00-Nota uso obispado.
[11] Carta del P. Hermenegildo Barbarin, CMF, a José-Ángel Zubiaur Alegre de fecha 13 de abril de 1949. AZM/FZ/JAZ-0000-00-00-Disputa custodia clero.
[12] BARBARIN, H., “A la justa y recta…” cit., p. 2.
[13] Carta del 2 de septiembre de 1949. Ibid. id.
[14] Carta del 3 de septiembre de 1949. Ibid. id.
[15] Son cuatro holandesas mecanografiadas por su anverso. La Diputación Foral a la que aludía era la vicepresidida por José María Arellano. AZM/FZ/JAZA-MC-1949-13-IV-Disputa clero.
[16] Ibid. id.
[17] Carta de 19 de septiembre de 1949. Ibid. id.